sábado, 6 de agosto de 2011

Un poquito de autocharla interna

Conforme pasan los años he ido pasando por diferentes etapas mentales. Con ello me refiero a que esto ha sido así desde diferentes puntos de vista, desde el deseo de encontrar un lugar en el mundo, desde el anhelo sentimental o incluso desde el tipo de actividades que me gustan hacer. Así que he pensado que este sábado por la mañana, una buena alternativa a ver en mi ordenador episodios de una serie de TV sería buena idea compartir un poco de ideas acerca de varias cosas.
Lo que he observado es que hay personas, o etapas vitales, en las que uno se focaliza en su ego, en individualizarse y separarse del resto de las personas. Por ejemplo, intentando destacar por encima de los demás, ganando en los deportes, destacando a nivel académico, o con sentimientos de nacionalismos “yo soy diferente de ti, en cierto modo mejor, de la élite”, o haciendo tareas individuales para distinguirse de los demás (relatos, cuadros, anécdotas frikis que solo te han pasado a ti, etc). Digamos que como dice el anuncio de Ikea, lo que gusta es tener “la república independiente de mi casa” . Y que todo lo propio sea especial, incluso la pareja, que sea ese ser único del universo, ese ser idealizado que te puede comprender como nadie más del mundo y por el que se deberían escribir canciones. He observado que muchas personas tienen ese enfoque vital en su vida, dejar constancia de que su individualidad ha pasado por el mundo.
Sin embargo, en mi vida he conocido a muuuucha gente, en parte debido a viajes, diversos grupos de gente que he ido conociendo, pero sobretodo en gran parte por mi trabajo de psicólogo con ancianos, recogiendo las inquietudes al final de la vida de muchas personas. Y he visto que en el fondo muchos anhelos e inquietudes son compartidas. El miedo a la soledad, a que nadie más en el mundo sepa apreciar la chispa vital de uno, que no hayan descubierto el potencial y lo que tienes para compartir al mundo. Mucha gente quiere compartir con el mundo y dar su punto de vista. Aunque como dice el refrán “muchos quieren tener razón y pocos son los razonables”. A la gente le gusta dar su punto de vista de las cosas y contar sus anécdotas y no tanto escuchar o tener en cuenta las de los demás.
En el ámbito sentimental, he observado que los miedos y conflictos internos suelen ser compartidos. Por ejemplo la dualidad entre “me espero para encontrar a la persona maravillosa” y el “como no me dé prisa se me va a pasar el arroz, o no podré formar una familia como la demás gente”. O también hay muchas relaciones de “seguir por inercia”, o digamos que “aguantar o tolerar al otro” e ir tirando así. Y en el cortejo muchos patrones que se repiten, como el miedo de muchas mujeres a ceder en el terreno sexual y que “una vez haya habido sexo, perdón: hecho el amor, cambien las cosas, como que ya le he entregado mi joya y me va a valorar menos y me va a dejar”. Y luego otras mujeres que normalizan el sexo y le quitan su aureola mágica para no sentirse mal, pero luego cuando viene quizás un chico en el que intuyen un claro deseo sexual, cierran sus puertas, o dicho de otro modo “si lo necesitas no te lo doy, y si no lo necesitas entonces te lo doy”. Y con todas estas interacciones entre las personas veo patrones que se van repitiendo, como mujeres que acaban siempre con hombres que los maltratan, o hombres que siempre están con mujeres que no les convienen. Patrones subyacentes fruto de aprendizajes, valores de las personas… lo que sea, pero que hacen que la cadena de relaciones fracasadas no se rompa. Ya que de hecho, no todos hablan el mismo idioma: unos están interesados en controlar la situación a su alrededor para sentirse tranquilos, otros se dejan fluir esperando que el destino les traiga algo especial, otros tienen anhelo de estatus social y de encajar en el mundo, otros anhelo de aprender y conocer cosas… unos se centran en su proyecto vital, ya sea este su trabajo o su hobby (sea el que sea) y la interacción con las otras personas (o salir de casa) no lo necesitan, y otros viven para interaccionar socialmente y disfrutan hablando con los demás y conociendo y compartiendo experiencias con otros. En cualquier caso, muchas parejas tienen proyectos profundos diferentes y hace que la pareja nunca acabe de cuajar.

Sin embargo lo que si que he visto es lo que decía: que hay patrones y miedos y anhelos compartidos. Y que al conocer a gente, a mucha, uno al final deja de lado fronteras de países, nacionalismos e individualidades varias y se da cuenta de que en el fondo todos los “humanitos” (término que le gusta mucho utilizar a una buena amiga mía) somos iguales (en el buen sentido!). Con lo que te sientes parte de un todo y entonces el chip cambia un poco.
Eso no significa que los sentimientos tengan que cambiar: muchas veces la mente va por un lado y el corazón por otro. Yo racionalmente puedo pensar todas estas cosas, estar convencidos de que son ciertas, y sin embargo sentirme solo igual (como me siento muchas veces, a pesar de que sé que la mayoría de gente también se siente incomprendida como yo). Muchas veces la mente va por un lado, le emoción por otro y puede que incluso el cuerpo por otro. El ejemplo más claro que veo de esto es cuando me pillé un dedo en la puerta no hace demasiado. Mi cuerpo falló, me cedieron las piernas y caí al suelo “se activó mi sistema parasimpático”, mi mente pensaba “mierda! Si ha sido un simple golpe, piernas responded, va, levántate! Porque mi cuerpo no responde? Me arrastro fuera del pasillo? A ver si me va a ver alguien y se va a pensar yo que sé qué, y si llego a estar en el bosque, me ataca un animal y me pasa esto… vaya mierda de adaptación al medio”, y mi estado emocional era una mezcla de estar tranquilo, curiosidad por la reacción física inesperada de mi cuerpo y frustración secundaria a mis pensamientos”. O sea, mente, emoción y cuerpo, cada uno por su lado. Las cosas, aunque te las digan, y las entiendas… tienes que vivirlas para interiorizarlas y aprenderlas emocionalmente, y a veces tienes que dejar que la gente se meta la hostia para que se den cuenta de las cosas.
Y luego esta el darse cuenta de que con las ostias realmente se aprende, y que las “relaciones fallidas” no lo son en realidad ya que se ha aprendido mucho en cada una de ellas.
Por ejemplo, voy a ejemplificar con el caso que mejor conozco, el mío. Con mi primera relación resolví ese sentimiento e ideación adolescente de sentirme solo y de que “nadie me querría nunca como pareja, que me quedaría virgen para siempre… etc, etc.” Y de hecho al final aprendí a valorar más el estar solo y que para estar bien no se necesita de otra persona sino que es uno que tiene que estar centrado y luego estar con otra persona y no necesitar como una muleta emocional a esa segunda persona. En mi caso fue una muleta que sanó esa herida e hizo que no necesitara muleta.
Y cada relación era diferente de la anterior en el sentido que lo que pensaba que era lo que valoraba de una persona era lo que esa persona tenía, y luego veía que no era suficiente solo con eso. Por ejemplo una era muy inteligente y centrada en la estabilidad pero luego no sabía dejarse fluir y ser espontanea, no era soñadora ni flexible para algunas cosas y estaba centrada en su pequeño mundo. Entonces luego “si solo quiero una chica sencilla, que me quiera y sea buena persona”. Y fue lo que luego tuve, pero… no podía compartir intelectualmente nada con ella y no tenía ambiciones o inquietudes de mejorar, se rendía en todo ante la vida. La siguiente si tenía inquietudes, ambiciones y era muy inteligente, pero luego emocionalmente era muy destructiva hacia los demás y consigo misma y aunque hubiera sentimientos hablábamos otro idioma, no nos entendíamos. En total, podría decirse que he estado con 7 chicas, y con cada una he aprendido algo, y he visto que lo de “una persona normal” no existe y que siempre hay algo, y todo es una cuestión de flexibilidad y equilibrios entre aspectos de la personalidad. En cualquier caso, todas las personas que te encuentras en la vida son maestros para mi (en algún aspecto) y creo que todo el mundo es especial y tiene su chispa, que simplemente hay que saberla ver. Incluso la persona que te pueda parecer más “gris y del montón” puede tener reacciones que nunca esperarías, y tener en algunas cosas mas comprensividad o paciencia que tu, por ejemplo que te atraquen en el metro y que lo primero que te venga y pienses sea “será cabrón el hijoputa este que me ha mangado la cartera!” y que quizás una señora normal y corriente que le pase lo mismo lo primero que le venga sea “pobre chaval, que tiene que estar haciendo esto para comer”.
Así que, hay mucho siempre por pulir, y nunca llegas al final, y en cualquier caso, cuando mas trabajado estés por dentro, mejor te vaya todo “por fuera” con lo cual te ralles menos quejándote de tu suerte. Así que nada, a seguir viviendo, pasando el sabado y aprendiendo más de los humanitos!