A falta de un par de horitas para las campanadas, con el pijama puesto y listo para pasar quizás mi fin de año más humilde hago valoración de este año. Vale, cierto que ha sido un año extremadamente jodido económicamente hablando y que junto con muchísimas otras personas estoy bastante jodido y ahora mismo con saldo negativo en la cuenta bancaria. Pero, siempre hay un lado positivo a todo y eso es lo que paso a valorar.
Me acuerdo de cuando era adolescente y todo era fácil, viajaba mucho y había abundancia. En esos momentos también sentía cierto vacío interior y había muchas cosas que me daban igual, iba mucho a esquiar y hasta me daba palo, con el dinero ya no sabía muy bien qué hacer, o no hace tanto fui al famoso restaurante EVO de Barcelona gastando mil euros en una cena (con el Duran i Lleida comiendo en la mesa de al lado) pero no apreciaba nada, todo era consumismo vacio. Estos últimos años he estado económicamente realmente MUY puteado, tanto yo como personas de mi entorno. Eso hace que se sacuda el sistema de valores, y que cosas que antes pensaba que eran importantes vea que no lo son tanto y que valore mucho otras pequeñas cosas que antes me pasaban desapercibidas. Sabéis? Yo hace muchos años había votado ERC, independentista catalán, como mucha gente primando el Yo diferente del mundo, la individualidad, o como mucho el “nosotros” a pequeña escala diferenciada del “ellos”, el que piensa, siente y es diferente. Pero cuando los demás te abren el corazón, cuando estás jodido, cuando debes dinero a amigos y otros te deben dinero a ti, y te vas apoyando mutuamente en la gente, y vives el valor de la unión y la comunión con los demás, del alma y sufrimiento de los demás, entonces las fronteras se diluyen y ves al otro como tu, y tanto te da el idioma, el estar en un sitio o en otro. Supongo que en esencia es lo mismo que te mandan en todos esos emails de powerpoint con ositos, deseos y corazoncitos, y que borras casi directamente sin leer (si, yo lo hago frecuentemente), lo que pasa que hay cosas que no te las tienen que decir, que tienes que vivirlas y sentirlas tu en tus carnes. Yo ahora, tras pasar por esta crisis, valoro mucho más las cosas, en todos los sentidos, desde las pequeñas cosas materiales, como la subida del precio del fuet o el fruto seco, una buena cena o una ducha caliente (duchaos durante un tiempo sin agua caliente, a base de calentar agua en una olla y echártela encima en un cazo y luego me contáis), pero también valoro mucho más cosas diferentes de las personas que las que valoraba antes, ya no valoro tanto el éxito, la inteligencia o el aspecto físico como valoro ahora la madurez personal, la ética y la calidez humana. También me ha acercado más a nuestros mayores, que las pasaron putas en la postguerra y siempre se nos quejaban que los jóvenes no sabíamos valorar lo que tenemos, y ahora ellos hasta se alegran (no todos ni muchísimo menos, claro) de que les congelen las pensiones si con eso ayudan a la sociedad en general y la gente abre un poco los ojos del consumismo descerebrado e inhumano. Así que esta es mi valoración: que la crisis haya servido y sirva para que la gente sacuda su sistema de valores, abra un poco los ojos y madure un poco en su calidad humana, ya que al vivirlo en uno mismo… la cosa cambia. Así que viva la evolución personal
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